Llevamos ya seis meses en el nuevo hospital y es hora de hacer un primer balance. Hemos tenido y tenemos aún un duro trabajo por delante y es que nuestra profesión es dinámica y siempre hay que estar dispuestos a aprender, a preguntar, a escuchar, a leer y aceptar críticas. El cambio del papel al soporte digital ha sido más duro para unas personas que para otras teniendo en cuenta sus conocimientos previos en el manejo de ordenadores y es que el miedo a tocar una tecla y que explote el hospital es algo que ronda por la cabeza de muchas usuarias novatas. Todas vamos aprendiendo y apoyándonos unas a otras, entre toda (y todos, aunque son minoría no debemos despreciarlos) nos hacemos preguntas y vamos indagando en el correcto uso de la plataforma informática millenium. Yo creí que el ordenador iba a estar colgado cada dos minutos y sorprendentemente no es así.
El tema de hoy va a ser aquello que no funciona, así que tras la pequeña, y generosa introducción voy a enumerar aquellas situaciones que me hacen ir como una locomotora por los pasillos de la planta.
La idea de un hospital sin ventanas no se a que se debe y tampoco se cual es el fundamento científico que determina que es más sano el aire acondicionado que poder abrir una ventana y ventilar. Yo cuando estaba con catarro de pequeña mi madre abría la ventana para que se fueran los bichos ¿Por qué no se puede abrir una ventana en un hospital? ¿Alguien me lo explica? Las roscas de los aires acondicionados están locas y algún paciente se ha quedado ya con alguna en la mano, por lo menos no se los han tragado. Sobre el control de enfermería ya hemos tenido goteras dos veces gracias al invento de la refrigeración. Lo que no deben saber los arquitectos, ingenieros y diseñadores de interiores es que en un hospital hay personas y que esas personas defecan (por ser fina) y que hay otras personas al lado que también están enfermas y hay profesionales trabajando a su lado realizando alguna técnica y tampoco deben saber que eso huele y me temo que el aire acondicionado no tiene en el menú la posibilidad del olor a pino, ahí lo dejo.
Los carros informatizados que nos iban a arreglar la vida ya no funcionan, tenemos dos de tres estropeados, así que tenemos que echar mano de nuestra imaginación y sacar, administrar y registrar la medicación usando los ordenadores de sobremesa. El concepto de carro de medicación portátil se murió hace casi un mes, esperamos que nos cambien los monitores. Esos asuntos son más complejos que un recambio de marcapasos, el doctor informático no nos debe hacer mucho caso.
Los robots (llamados manolín) se ríen de nosotras y en especial de nuestros horarios. Aquello que debemos recibir a las cinco llega a las seis y media, aquello que debe venir a las siete y media llega a las ocho y pico. Lo que no debe saber manolín es que lo que transporta son medicinas o comida que los pacientes necesitan con una exactitud que no debería nunca superar los treinta minutos. Así las enfermeras sufridoras hemos creado una especie de "rastro" en el que intercambiamos antibióticos entre nosotras o incluso los intentamos repescar de alguien que ya no los usa para poder hacer nuestro trabajo que no es otro que poner el tratamiento del enfermo a su hora.
Otra pregunta interesante es ¿Cuándo desapareció la primera toma de oxígeno? Pagaría por saber donde está, creo que hay un limbo de tomas de oxígeno que conviven con esos calcetines que desaparecen en la lavadora y conviven todos juntos con las tomas de aspiración en un mundo donde se ríen de mí porque en los apuros nunca nunca nunca hay montada ni toma de oxigeno ni de aspiración, Dios nos guía siempre , gracias a Él.
Los sillones. Cuando llegamos al hospital nuevo éramos felices porque cada habitación tenía una cama y un sillón para cada enfermo, pues bien, en el mercadillo de antibioticos vamos a poner una sección de sillones. Alguno está perdido en el taller y ya sabemos que con que uno desaparezca ya hay que ir intercambiándolos para que todos los usuarios tengan el material necesario para su descanso.
Además de las cosas técnicas que van fallando, hay que sumar el cansancio, la desmotivación y el desánimo que veo en mucha gente a la que los cambios han supuesto un duro golpe en sus típicas justificaciones de "es que toda la vida esto se ha hecho así..." Querría resaltar la poca capacidad de motivación que el sistema inculca en sus trabajadores, esto hace que también nosotros fallemos o mejor dicho que no seamos tan productivos o eficientes como deberíamos ya que el sistema está pensado para que sólo tu propia conciencia sea la que dicte tus actos y esto no debería ser así. Puedo decir que la mayor parte de los trabajadores tienen un conciencia enorme y son capaces de patear medio hospital para conseguir por ejemplo un antibiótico para que se administre a tiempo pero como decía mi profesora de fundamentos, también hay gente que debería haber elegido la jardinería. De todos modos me quedo con el esfuerzo de la mayoría para que el usuario nunca sienta que hay cosas que no funcionan, espero que lo sigamos consiguiendo día tras día.
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