miércoles, 10 de enero de 2018

Y el ganador es...

De pequeña hacía playbacks de Withney Houston con el peine como micro e imaginaba los aplausos del público admirando mi capacidad vocal pero jamás pensé que iba a acudir a una gala de entrega de premios como enfermera y además como finalista.
Esto sucedió en noviembre del 2017 pero la emoción comenzó en el momento en el que recibí la llamada de la responsable de la revista " Enfermería en Desarrollo" para comunicarme que nuestro trabajo había resultado finalista entre más de 200.
Nuestra web www.oncodudas.es está recibiendo el apoyo de los pacientes, tiene ya cerca de 100.000 visitas y decidimos presentar un trabajo en el que analizábamos la necesidad y el impacto de una herramienta tan útil como esta. Recibimos el reconocimiento del jurado y nos llenó de emoción poder compartir una noche con colegas venidos de toda España.
No ganamos, pero sí triunfamos. La experiencia fue única y debo dar las gracias a los organizadores de los premios por promover con tanto cariño una iniciativa que dé visibilidad a nuestra profesión y que con su reconocimiento nos motive a seguir trabajando.
Los días previos a la gala, grabamos un vídeo que se difundió por redes sociales y permitió así dar más apoyo a nuestro trabajo, con eso ya nos sentimos muy afortunados. La dirección del hospital nos acompañó a Madrid en un viaje cargado de emoción, en el que todos éramos una piña, lo cual fué muy emotivo a nivel personal.
La ilusión es un arma muy poderosa y en aquellos días ese sentimiento nos acompañó a todos. Los compañeros de la planta , los familiares y amigos conectaron con la emisión de la gala y estaban pendientes de unos enfermeros que iban a ser aplaudidos por eso, por ser enfermeros, por trabajar con ilusión, por pensar en sus pacientes y por tratar de "inventar" algo que mejore la vida de las personas.
No está muy de moda que se aplauda el trabajo desinteresado, el sacrificio, la seriedad o la profesionalidad. Por eso, es más satisfactorio haber podido vivir aquella vivencia.
Hubo momentos de la noche en los que me sentí pequeña, hay colegas muy preparados, con mucha formación y que presentaban trabajos muy complejos que les han debido suponer muchas horas de estudio. En mi caso, era la segunda vez que presentaba un trabajo y tengo muchas lagunas en lo que se refiere a la investigación (más bien tengo océanos) Las palabras de apoyo de muchas personas que se acercaron a mí a darme la enhorabuena me hicieron sentir más importante que la protagonista de El guardaspaldas en la entrega de los Oscar. Además tuvieron el precioso detalle de hacernos subir al escenario también a los finalistas a recoger los diplomas, así que nuestros familiares nos pudieron aplaudir desde casa, pese a no haber ganado.


Aquella noche fue una celebración de lo que somos y de la importancia que la enfermería tiene en la sociedad. Estamos tan acostumbrados a trabajar en silencio, llegar a casa y ocultar lo que hemos dejado en el hospital que fue una terapia de choque, una palmada en el hombro.
Puede parecer superficial, pero creo que todos necesitamos que nos digan, de vez en cuando, que somos buenos, tanto a nivel profesional como a nivel personal. Los mensajes positivos nos cargan de seguridad en uno mismo y aunque la opinión externa hay que verla con cierta distancia, es necesario recibir cariño y palabras de ánimo.
Si algo debo resaltar de la experciencia de haber sido "finalista" es que me ha puesto en el camino nuevos objetivos, lucharé para lograrlos sin olvidar que "lo maravilloso de un viaje, no es el destino, es lo que nos llevó hasta él".