martes, 31 de diciembre de 2019

NO TE DESEO FELIZ AÑO NUEVO...

No creo en los grandes retos de Año Nuevo, ni en las promesas de cambio en listas tituladas "Para el 2020, voy a...".
No creo en la sinceridad de esas felicitaciones enlatadas, que lo mismo sirven para el compañero de trabajo, que para tu amiga de la infancia.
No creo en la felicidad impuesta en cenas plagadas de marisco, en las que a veces las personas no se conocen de nada.
No creo que nada de lo que nos proponemos en estos días sea real, sincero ni meditado con la profundidad que los cambios precisan. Son más bien el resultado de un exceso de comida, de gastos, de compromisos, de prisas y de agobios que nos vacían y alejan de la realidad diaria.

Cada uno de nosotros tenemos un proceso de crecimiento y aprendizaje muy íntimo y personal. Por esa razón os manifiesto mi incredulidad por "cambios vitales" marcados por el calendario. Una de las maravillas de la vida, es que siempre podemos partir de cero. Mañana puede ser el inicio de una mejora, mañana puede ser un gran día (como decía aquel), pero el 1 de Enero no es nada, al menos para mí.
Las estadísticas dicen que pasadas unas tres semanas, esas grandes promesas de fin de año, ya han pasado a la historia. Supongo que nos proponemos gestos demasiado serios y poco realistas. Mejor poco a poco, amigos.
El carácter, la personalidad, los hábitos... son el resultado de pequeñas decisiones, de pequeños gestos que cuesta mantener en la rutina, que a veces nos absorbe.




Ese "No" a una mala alimentación mantenida en el tiempo. Ese 10 de Marzo, que durante una tarde lluviosa, uno decide salir de casa a hacer ejercicio. Ese cigarro que rechazas tras dos semanas sin fumar. Ese libro que pones en tu mesita de noche para que te acompañe de madrugada. Esa agenda, que decides olvidar los fines de semana para dejarte llevar por los planes improvisados. Ese amigo que decides llamar para comer, cuando no lo impone el calendario. Día a día, poco a poco... Siendo realistas. Los grandes gestos suelen quedar muy bien en el papel, pero no nos cambian, al contrario, nos frustran cuando se convierten en un peso demasiado fuerte para cargar con él.

Comencé este año vacía, perdida y borrada, igual que las huellas sobre la arena, desgastada por las olas infernales de un temporal. Lo termino un poco más llena, como resultado de un trabajo diario. Mañana sólo deseo continuar llenándome, puliendo mis fallos y siendo más capaz de perdonarme, cuando los cometo. No hay grandes gestos, hay un trabajo diario. Pequeñas decisiones y gestos, que nos van enseñando donde está nuestra verdadera calma.
Debo, debemos ser más amables con nosotros mismos. Lo cual implica mantener hábitos saludables, buenas compañías, que nos hagan sonreír y que pongan su hombro para que nos apoyemos. Ser amables con nosotros, nos empuja a dedicarnos tiempo, cariño, descanso, perdón... El resto, supongo que ya no depende de nosotros.

No te deseo Feliz Año. Para alguien tan acostumbrada como yo a vivir sin tener en cuenta el calendario, es más correcto que te desee "se amable contigo mismo", "ten un buen día", "toma pequeñas, buenas decisiones" o "date espacio para equivocarte".

Si decides felicitarme, no me digas "Feliz Año Nuevo".










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